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Los Límites que ponemos

27.12.2014 13:28

Los Límites

Hace una semana en uno de nuestro talleres hablamos de los
límites, qué son, cómo nos afectan, sabemos poner límites, qué emociones
encierran, cuál es la percepción personal del límite y cómo depende de nuestros
modelos y nuestra educación.

Generalmente cuando pensamos en límites, pensamos en que son
necesarios para nuestros hijos y muchas veces confundimos límite con castigo,
con ignorar al niño, poner reglas que pocas veces se pueden llevar a cabo, etc.

Obviamente los niños y adolescentes necesitan ser educados
con reglas claras y posibles de cumplir, deben aprender a respetar a los otros
y hacerse respetar, en este sentido estamos de acuerdo que los niños educados
con límites claros, bajo el principio del respeto mutuo y adecuados a cada edad,
son niños más seguros y también menos expuestos al abuso. Los niños con límites
claros se protegen a sí mismos y crecen con un mejor concepto de sí mismos.

Por otra parte, en el área de la terapia sistémica, se habla
de límites entre los miembros de una familia y fronteras entre la familia y el
medio exterior, (instituciones, colegios, amigos etc). En este ámbito se habla
de límites emocionales y la capacidad que cada miembro de la familia tiene para
individuarse y dejar de sentir culpa o responsabilidad por los sentimientos,
desavenencias y conflictos de otros miembros de la familia. Que entre los
miembros de una familia existan límites claros, tiene que ver también con los
roles y reglas del sistema, tiene que ver con dejar de ser una masa emocional para
pasar a ser individuos reconocidos en su rol, respetados en su autonomía, y en
una relación de amor y crecimiento mutuo.

Pero nosotros, los adultos, sabemos poner límites, qué son
para nosotros los límites.

Ciertamente el límite tiene que ver con protección, así como
nuestra piel nos da una forma y estructura definida, también nos protege del
medio, protege nuestros órganos vitales, el funcionamiento de estos órganos
etc.

Para cada uno el límite es diferente, depende de nuestra
educación, cultura, religión y experiencia, sin embargo, a pesar de saber cuál
es la línea fina que separa mis necesidades, mis emociones, mi cuerpo, mi
estabilidad, nos cuesta ponerla de manifiesto, a veces lo hacemos con rabia,
con violencia, otras preferimos no hacerlo por temor a quedarnos solos, otras
no lo hacemos por comodidad, por falta de empatía con nosotros mismos y los
demás.

Todos venimos de diferentes familias, y hemos sido educados
de distintas formas, con estrictez y severidad, 
con  libertad, o con cordura y
respeto, sin embargo a todos nos cuesta por algún motivo poner límites y es que
muchas veces están en juego emociones que nos limitan, una imagen que queremos
proyectar, un conflicto nuclear acarreado desde la infancia que nos lleva a
actuar inconscientemente hacia un dejarnos atropellar, sobreexigirnos, y
exponernos a riesgos innecesarios. La Culpa, La Vergüenza, el miedo son
emociones potentes a la hora de poner límites.

Finalmente los dejo para que reflexionen sobre este tema tan
interesante y se miren a sí mismos en su postura de límites, ya que el poner
límites no sólo es necesario para nosotros, sino para los otros que nos rodean,
puesto que sí pongo límites hacia mí mismo también respeto los límites ajenos y
viceversa.

Nuestro Espacio Mujer

Ilonka Balazs Montecinos


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